¿Por qué amamos a Iniesta?

iniesta

Presentado por Piel de Toro, orgulloso patrocinador de la selección española.

Por su amor a la camiseta

Su carrera entera la ha pasado vestido de azulgrana y todo parece indicar que no se moverá de allí. Es verdad que las condiciones del equipo al que pertenece desde que era un adolescente de 12 años son muy favorables para no moverse de allí (si hubiera debutado en el Albacete hubiera sido insostenible seguir ahí), pero en esta época de fichajes millonarios, tiene mérito jugar para un solo club.

Por ser un caballero

Su nombre ha aparecido en las ternas por el Balón de Oro, pero nunca lo ha ganado y, habiendo pasado sus mejores años, a estas alturas es muy difícil que lo obtenga. En una era dominada por la mercadotecnia, Ronaldo y Messi han acaparado estos galardones, y a pesar de que el clamor popular es de que la FIFA ha sido ingrata con él, nunca se ha quejado; al contrario, siempre ha dicho que Leo es el mejor.

Por sus goles históricos

El jugador nacido en Albacete no se caracteriza por ser un goleador, más bien por ser un gran pasador. Iniesta crea las jugadas de gol y los delanteros las rubrican. Anota poco, pero en los momentos precisos, como el gol del pase a la final de la Champions contra el Chelsea o el gol del campeonato mundial para la selección española en Sudáfrica 2010.

Por ser un gran compañero

En 15 años de trayectoria, no se le conoce ningún conflicto dentro del vestuario ni tampoco contra rivales. A pesar de que en la selección de España hubo momentos de tensión entre jugadores catalanes y madrileños, Andrés siempre se mantuvo al margen. El divisionismo que se vivió en La Roja fue orquestado (o al menos eso es lo que se dice) por otros jugadores que ya no están más con el equipo.

Por su magia

Ya hablamos de sus dos goles. Pero en cada partido Iniesta nos regala gestos técnicos que van más allá de la conclusión de una jugada. Sus genialidades muchas veces ocurren fuera del área, al medio del campo o incluso en su propio terreno. Y esto lo convierte en un jugador único. ¿Quién más nos permite emocionarnos con un solo chispazo a 60 metros de la portería? Ahí está la magia de Andrés.

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