Mujeres que valen oro

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Varias han sido las hazañas protagonizadas por mujeres a lo largo de los 120 años de historia de los Juegos Olímpicos de la era moderna. Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, recordamos a tres grandes atletas, dos mexicanas que rompieron paradigmas y una rumana que alcanzó la perfección. Tres nombres que quedaron grabados para siempre en la historia del olimpismo.

La primera mujer. La mexicana Enriqueta Basilio fue la primera mujer en encender la llama olímpica, y lo hizo en medio de la turbulencia que asolaba al país en 1968. Apenas diez después de la matanza de Tlatelolco, Basilio subió al pebetero y encendió la flama ante los ojos del mundo entero. Después de la querida Queta, solamente dos damas más encendieron la llama. Sohn Mi-Chung en Seúl 88 (aunque lo hizo al lado de dos hombres) y la superestrella australiana Cathy Freeman en Sydney 2000, aunque la primera siempre será la primera.

Nadie como Nadia. El paradigma que rompió la maravillosa gimnasta fue, simple y sencillamente, el de que no existe la perfección. En Montreal, una niña rumana de 14 años alcanzó la más alta calificación en la gimnasia artística, algo sin precedentes y, 40 años después, todavía inigualable. Nadie más ha tenido una actuación tan completa y tan perfecta como la de Nadia. Más mérito tuvo Comaneci por las escasas oportunidades que había para sobresalir en una Rumania agitada, marcada por la sombra de un comunismo que fue particularmente violento en aquel país, pero sobretodo porque a partir de su célebre demostración despertó el interés de las masas por el deporte femenil.

Soraya de oro. Así como Enriqueta Basilio pasó a la historia del olimpismo mexicano en 1968, la pesista capitalina también inscribió su nombre con letras de oro, literalmente, al ser la primera mujer azteca en subir a lo más alto del podio, con una actuación memorable que conmovió hasta el llanto a millones de mexicanos que atestiguamos su hazaña por televisión, en la otoñal madrugada del 18 de Septiembre del 2000. Soraya ya no está entre nosotros, falleció en 2013 víctima de un paro cardiaco, con apenas 35 años. Sin embargo, su legado quedará por siempre en las grandes hazañas del deporte mexicano.

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