Mil millones y un título

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Ha finalizado el torneo de Apertura 2015 con la coronación de los Tigres de la UANL, que hicieron valer su nómina más que otra cosa para ganar su cuarto título de liga. El plantel de los felinos era tan poderoso que desde el inicio del torneo fue señalado de manera casi unánime como el gran favorito. Sin embargo, y a pesar de la justicia que enmarcó el campeonato del equipo norteño, me queda la sensación de que no fue un campeón redondo.

Entiendo que los Tigres hayan finalizado en quinto lugar porque “regalaron” las primeras tres o cuatro jornadas del campeonato y tuvieron que remar contracorriente ya con su equipo titular para ir recuperando posiciones en el torneo regular. Fuera en primero, en quinto o en octavo, todos sabíamos que entrando los felinos a la liguilla, serían los máximos candidatos el título, algo muy extraño si consideramos que comúnmente el superlíder entra como favorito.

El poderío y la profundidad del plantel, sumado a la experiencia de su cuerpo técnico y al peso de su estadio, fueron motivos más que suficientes para que Tigres fuera el equipo más temido de los ocho que entraron a la liguilla. La gran Copa Libertadores que tuvo el equipo de Ferretti fue en parte gracias a jugadores como Guerrón, Lugo, Esqueda, Torres y Arévalo, mismos que no alcanzaron un cupo en el once titular del Tuca para la fase final del campeonato, y que podrían tranquilamente ser titulares en cualquier otro club (algunos de ellos seguramente saldrán en busca de nuevas oportunidades).

Tigres ya consiguió su primer objetivo, que era ganar su segundo campeonato de liga en los últimos cuatro años, pero con la inversión que hicieron, a este equipo se le tiene que exigir que de el salto a nivel internacional y que forje una dinastía, porque es tremenda la disparidad que tiene con el resto de la liga en cuanto a nómina. Según el portal especializado en valores de mercado, el flamante campeón azteca vale casi 52 millones de euros (algo así como mil millones de pesos), 9 más que su odiado rival, el Monterrey, y 13 más que el América. Ni qué decir de los 23 millones de euros que los separan de su víctima en la final, los Pumas.

No fue un campeón redondo porque a pesar de tener estrellas en todas sus líneas, Tigres dejó una imagen muy pobre en la final de vuelta en Ciudad Universitaria y ganó el título de milagro, teniendo que ir hasta los penales cuando hasta el minuto 44 tenían todo bajo control. Este final inesperado despertó la pasión de miles se aficionados, incluso de los que no somos partidarios de ninguno de estos dos equipos, pero a la vez confundió a la afición, mucha de la cual aseguró que esta final fue “la mejor en muchos años”.

No fue la mejor. Fue la más dramática, sí, y una de las más emocionantes como fue la de hace dos años entre América y Cruz Azul. Pero para que una final pueda considerarse “la mejor”, tiene que haber dos equipos jugando a un gran nivel, y en este caso tuvimos un monólogo de los Tigres en la ida y la réplica de Pumas en la vuelta. En ambos partidos, solo hubo un equipo en la cancha y eso le quitaría en mi opinión la etiqueta de la mejor final, si bien puede considerarse como histórica por la forma en la que se dio. Con los Tigres recién coronados campeones, me sigo quedando con la de Toluca-Atlas del Verano 99, como la mejor final en la era de los torneos cortos, una señora final jugada a tope 210 minutos por los dos protagonistas.

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