La peculiar casa del Osasuna

¿Alguna vez has escrito una lista de “cosas que tengo que hacer” alguna vez en la vida? Salvo que seas un ferviente fanático del Osasuna, visitar Pamplona, una apacible ciudad de 200,000 habitantes al Norte de España, no estaría en la lista de casi nadie durante 357 días del año. Pero en cuanto el calendario marca el 7 de Julio, la ciudad se transforma y cientos de miles de personas comienzan a abarrotar las calles, plazas, bares y restaurantes de la capital de Navarra. Pero, ¿cómo inició todo esto? ¿en qué momento las fiestas pasaron de ser un evento local a alcanzar una trascendencia mundial?

Los historiadores de San Fermín aseguran que los primeros encierros datan del Siglo XIV y que nacieron con el propósito de trasladar los toros desde el campo hasta la ciudad, al no existir un medio de transporte para hacerlo. Los habitantes de la ciudad comenzaron a involucrarse y a correr delante de los astados para llevarlos de los corrales a la plaza, hasta que se convirtió en una tradición que llevó a institucionalizarlo. El primer encierro regulado por un horario, un trayecto y ciertas normas, se dio en 1867.

¿Y el pañuelo rojo? Varias son las versiones acerca de cómo inició la tradición de colocarse ese accesorio en el cuello durante la semana de Feria. Y es que toda la ciudad, y todos los turistas, los que corren y los que no, se presentan con ropa blanca y un pañuelo rojo alrededor del cuello. Dicen que San Fermín fue un mártir que murió decapitado durante una persecución en Amiens, y en su honor, los mozos pamplonicas comenzaron a utilizarlo siguiendo el color rojo como símbolo de la sangre derramada por el Santo.

Ernest Hemingway, el célebre escritor estadounidense visitó Pamplona en la década de los 20’s y se encontró con un espectáculo que le dejó fascinado. En una época en la que no había información falseada en las redes sociales, Hemingway se convenció a sí mismo, que tenía que contarle al mundo lo que era San Fermín. En 1926 escribió “Fiesta”, a lo que le siguieron una serie de obras en las que tocaba puntualmente la pasión con la que vivían los navarros sus festividades, con el toro de lidia como protagonista principal. Fue así como muchos aficionados norteamericanos se interesaron en acudir a Pamplona y después la fama trascendió a nivel mundial.

Un día antes del primer encierro, pactado para el 7 de Julio de cada año, miles de personas se reúnen en la Plaza Consistorial de Pamplona para recibir las fiestas ante una auténtica lluvia de vino tinto, mientras un cohete es lanzado al aire por un personaje importante, elegido por el alcalde. Esto es conocido como el chupinazo. La primera vez que se realizó fue en 1931, pero no se institucionalizó sino hasta diez años después. Desde entonces, ese ritual ha servido para anunciar que “la fiesta ha comenzado”.

San Fermín ha llegado también a la pantalla grande. La película “The sun also rises”, basada en la ya mencionada novela “Fiesta” de Hemingway, fue rodada en el centro de Morelia en 1956, debido a su arquitectura colonial que se asemejaba en cierta forma a Pamplona. Para ello, la producción adaptó las calles y la plaza de toros de la capital michoacana. Ava Gardner, la gran estrella de Hollywood en aquel momento, protagonizó la cinta junto con el estelar Tyrone Power.

En 2010, Cameron Díaz y Tom Cruise también fueron perseguidos por varios imponentes toros en la película “Encuentro explosivo”, con la particularidad de que ellos no corrían delante de los astados, sino que lo hacían a bordo de una motocicleta mientras intentaban escapar de unos villanos. Una escena espectacular, inspirada en esta fiesta única en el mundo. Incluso Los Simpson, ataviados con la tradicional indumentaria navarra, han sido perseguidos por varios “toros sofá” hasta que logran salvarse entrando a la sala de su casa.

Fiesta y música hay en muchos lugares del mundo. Pero la adrenalina le da un toque perfecto a San Fermín. ¿En qué otro evento en el mundo pueden los asistentes entrar y formar parte del espectáculo? Correr delante de seis toros de 600 kilos y con una cabeza que mide casi un metro de pitón a pitón, debe ser una de las sensaciones más espeluznantes que se puedan experimentar en la vida. El riesgo es latente, tratándose de un animal poderoso y bravo que con un solo movimiento de cabeza puede provocar serias heridas en los corredores. De hecho, 16 personas han fallecido en las calles de Pamplona por cornada de toro, siendo el caso más reciente el de un joven madrileño en 2010.

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