Falcao y Chicharito

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A finales de Agosto, Radamel Falcao llegó a Old Trafford para suplir a Javier Hernández en la delantera del Manchester United. El destino del delantero mexicano fue Madrid, otro gigante del fútbol mundial, tal como el equipo que abandonaba en el verano. A priori parecía que el único que salía ganando con estos movimientos era el club inglés, pero al cabo de casi dos meses desde el cierre de registros en Europa, la realidad es que las mieles parecen estar solamente en la capital española.

Había un consenso popular sobre la supremacía técnica y sobretodo goleadora del delantero colombiano sobre el azteca. Hoy en día, si bien es muy pronto para emitir un juicio sobre estas decisiones perpetradas en las oficinas del United, un primer balance se inclina hacia al lado madridista, lo cual cobra mayor relevancia si consideramos que el sudamericano también era buscado por la entidad blanca.

No estoy criticando el fichaje del United, que me parece fenomenal. Lo que no comparto es el trato que le dieron a Chicharito en su última temporada en Inglaterra. Su producción goleadora bajó proporcionalmente al tiempo que le dieron en la cancha. Quizá ahora esté pensando David Moyes, o el mismo Louis Van Gaal, en qué hubiera pasado de haberle seguido brindando oportunidades de jugar, mismas que se había ganado a pulso en su trayectoria europea.

Al “Tigre” y al “Chícharo” hoy los une un desafío: marcar goles, goles y más goles en dos de los clubes más exigentes del mundo. Javier ya jugó en ambos; Radamel ha sido tentado muchas veces por los Merengues y quizá algún día se vista de blanco. A dos de los estandartes del fútbol latinoamericano los une también James Rodríguez, quien asiste con su talento a Hernández en el Madrid y a Falcao en la selección cafetalera.

Chicharito comienza a ganar credibilidad entre la exigente hinchada merengue a base de goles, aunque sabemos que ante la primera insinuación de una racha negativa, cierta parcialidad de la grada se le volteará. A Falcao, por su parte, le llevará más tiempo su adaptación al fútbol inglés, con idioma nuevo, otro estilo de juego y sobretodo, por esa lógica falta de ritmo.
Soy un gran admirador del Tigre, y no dudo que pronto haga sonar sus cañones en la liga inglesa. No es fácil regresar de una lesión tan grave como la que tuvo, ni física ni emocionalmente. No lo veo igual que en Porto, ni qué decir del monstruo que devoraba redes en el Atlético o el killer de la selección colombiana, con cuotas goleadoras espectaculares.

Soy aún más fan de Hernández. Primero por ser mexicano, segundo porque no nació con el talento del de Santa Marta y todo su éxito ha sido a base de superación (¿de verdad hay alguien que todavía crea que jugar en el Manchester United y el Real Madrid es mera cuestión de suerte?), y tercera, porque sigue siendo el chico humilde, devoto, disciplinado dentro y fuera de la cancha, que creció soñando con emular a su padre y a su abuelo en los sinuosos pero gratificantes caminos del fútbol profesional.