Orgullo de un país

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Ahora que acaba de comenzar una nueva edición de la Copa Libertadores, es buen momento para recordar el más grande capítulo que ha escrito un equipo mexicano en el mayor certamen sudamericano. En 2001, apenas tres años después de que los clubes aztecas incursionaron en este torneo, el Cruz Azul se rebeló contra los grandes del continente y firmó una actuación memorable llegando hasta la final contra Boca Juniors.

Si bien es cierto que las Chivas igualaron esa hazaña logrando también el subcampeonato en 2010, no alcanzaron los niveles de comunión que tuvo el equipo cementero con toda la afición, al grado de unificarla. Prácticamente todo México se vistió de azul a partir de los cuartos de final contra River Plate. Y la respuesta de la gente fue tan grande que el Cruz Azul se tuvo que mudar al Estadio Azteca, casa de su archirrival, el América. Los más de 100,000 asientos que tiene el Coloso de Santa Ursula duplican la capacidad del Estadio Azul, y el acontecimiento era tal, que el cuadro celeste cambió de hogar temporalmente.

Las semifinales fueron un concierto de buen fútbol ante Rosario Central, y la final ante Boca fue la locura para todo el país. En aquel doble enfrentamiento ante el equipo xeneize, el marcador de ida fue idéntico al de vuelta, 0-1 para el visitante. Boca ganó en el Azteca y la Máquina prevaleció en el tiempo regular en La Bombonera, por lo que hubo que decidir el título de América desde el punto penal. En la serie desde los once pasos, Palencia marcó, pero después erraron Galdames, Hernández y Pinheiro. Por Boca anotaron Riquelme, Serna y Delgado; falló solamente el «Patrón» Bermúdez.

Curiosamente, el Chaco Giménez y Marcelo Delgado, dos símbolos del Cruz Azul, jugaban para Boca en aquella final, junto a estrellas como Riquelme, Gaitán, Serna, Bermúdez, Córdoba, Burdisso y Barros Schelotto. A ellos les hizo frente el batallón de José Luis Trejo, liderado por Palencia, Cardozo, Oscar Pérez, Adomaitis, Matute Morales y Reynoso. Más cerca no ha estado un equipo mexicano de ganar una Libertadores y pasará mucho tiempo, o tal vez nunca se vuelva a repetir, una actuación de esa manufactura y sobretodo una comunión tan grande entre un equipo y la afición de todo un país, aunque fueran otros sus colores.

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