El día en que México se bañó de oro

Este 11 de agosto se cumplen cinco años de la que para mucha gente, es la más grande hazaña en la historia del fútbol mexicano. En el penúltimo día de actividades de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, la selección mexicana derrotaba a Brasil con una imborrable actuación de Oribe Peralta, para conquistar la medalla de oro y dejar a los cariocas sin el único trofeo que les faltaba conquistar (y que eventualmente conseguirían en casa, en los Juegos de Río).

Un lustro ha pasado desde entonces, y la «generación dorada» de México todavía no termina de explotar a nivel de selecciones mayores. Las Olimpiadas, recordemos, se juegan con futbolistas menores de 23 años y solamente tres refuerzos que sobrepasen esa edad. Y si a eso le sumamos el otro grupo que ya había conquistado el Mundial Sub-17 en Perú, siete años atrás, tendríamos teóricamente una representación mucho más potente de lo que vimos en Brasil 2014 y en la reciente Copa Confederaciones.

Es verdad que Giovani dos Santos es el único futbolista que tiene en su palmarés ese doblete, pero hay otros jugadores como Javier Hernández, Carlos Vela y Héctor Moreno (que llevan todo el proceso desde las selecciones infantiles), así como Héctor Herrera, Javier Aquino, Marco Fabián y Raúl Jiménez (medallistas de oro en Londres), que hoy son la base de la selección y que no han podido repetir los éxitos logrados como juveniles.

Pero regresemos a la capital de Inglaterra, al día en que México venció a todos sus fantasmas del deporte en equipo (hasta ese momento el máximo logro a nivel colectivo había sido la medalla de bronce en basquetbol en Berlín 1936) y se dejó los complejos en el vestidor para derrotar a una selección brasileña todopoderosa, un equipazo liderado por Neymar, Thiago Silva, Marcelo (que perdía su segunda final ante México tras la de Perú 2005), Hulk, Oscar, Pato y otro puñado de estrellas.

Esa soleada tarde londinense, Luis Fernando Tena mandó a la cancha a Jesús Corona en la portería; Israel Jiménez, Hiram Mier, Diego Reyes y Darvin Chávez en la defensa; Jorge Enríquez y Carlos Salcido como contenciones, Héctor Herrera, Javier Aquino y Marco Fabián más sueltos en el mediocampo, y Oribe Peralta como centro delantero. Después ingresarían Miguel Ponce, Néstor Vidrio y Raúl Jiménez.

Desde el mismísimo primer minuto, la hazaña comenzó a tomar forma con el golazo de Peralta, que aprovechó una desatención de la defensa sudamericana. El mismo Oribe, a los 75 minutos, firmó una jugada de táctica fija con un cabezazo de bandera que decretó el 2-0, y entonces se vino el asedio brasileño y el gol que nos puso a todos a temblar. Lo convirtió Hulk en el minuto 90, y todavía antes del silbatazo final, Oscar tuvo un remate de cabeza que presagiaba lo peor, pero que salió apenas desviado del marco que defendía Corona.

Hoy, cinco años después de esa inmensa e indescriptible alegría, México no ha podido dar el salto a nivel mayor. Algunos jugadores tienen una medalla de oro olímpica y, sin embargo, se encuentran desempleados o en la división de ascenso, o en el mejor de los casos, calentando la banca en algún club de la Primera División. Otros sí vieron cómo sus carreras deportivas se proyectaban hacia Europa o firmaban grandes contratos en la liga mexicana. Su presente es muy distinto, pero esos 18 nombres quedarán unidos por siempre en la historia no del fútbol, sino del deporte mexicano. Con letras de oro… literalmente.

 

 

 

 

Foto: Notimex

 

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