La Naranja ochentera

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Holanda nunca ha ganado un Mundial. Pero el futbol le hizo algo de justicia cuando se coronó campeón de Europa en 1988 con ese futbol vistoso y ofensivo que siempre le ha caracterizado. En aquella Eurocopa, también destacó el moderno uniforme con el que jugó la Naranja Mecánica, diseñado por la marca alemana Adidas. Camiseta anaranjada con figuras triangulares, short y calcetas del mismo color pero en un tono más fuerte.

Hasta el verano del 88, los tulipanes no habían ganado nada. Fue en ese año que llegaron a Alemania con un equipo lleno de estrellas, con la base del PSV Eindhoven que apenas unas semanas antes había ganado la Copa de Campeones de Europa (hoy Champions League): Van Breukelen, Koeman, Kieft y Vanenburg, pero sobre todo destacaban Marco Van Basten, Frank Rijkaard y Ruud Gullit en aquella selección.

Holanda comenzó el torneo con el pie izquierdo, cayendo 0-1 en su debut ante la Unión Soviética y el panorama no era nada halagador, pues el segundo partido lo enfrentaba ante la poderosa selección de Inglaterra liderada por Peter Shilton, Gary Lineker y Bryan Robson. Entonces comenzó el show de Van Basten, quien confirmó su categoría de mejor delantero del mundo marcándole un hat trick a los ingleses y dándole vida a su selección en el torneo. El pase a cuartos de final lo certificaron venciendo 1-0 a Irlanda con un gol de Wim Kieft.

En semifinales (recordemos que en esa época solamente participaban ocho equipos en el campeonato europeo), los holandeses dieron la gran campanada y silenciaron a todo un país. El triunfo 1-2 en Hamburgo sobre el anfitrión Alemania certificó la categoría del equipo de Rinus Michels y en particular de Marco Van Basten, que volvió a anotar en el momento de mayor tensión, cuando solamente quedaban dos minutos de tiempo regular. Así se enfiló Holanda hacia la final del torneo. En ella se enfrentó a la única selección que había sido capaz de vencerla, la URSS.

En Munich, ante más de 70,000 espectadores, Ruud Gullit abrió el marcador a los 32 minutos. Los holandeses ganaban y controlaban el partido, se encaminaban a su primera corona europea, pero nadie podría haberse imaginado que al minuto 54, Van Basten escenificaría una acción que pasaría a la historia del futbol mundial como uno de los goles más bellos y espectaculares jamás logrados. Fue el 2-0 definitivo. Un gol único e irrepetible. Más de 25 años después, no se ha visto algo semejante. Y mucho menos en un partido de tal envergadura.

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