El sueño de Frosinone

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El fútbol europeo tiene algo maravilloso que no tiene el mexicano. Con una sólida estructura en todas las divisiones profesionales, un pequeñito equipo de una diminuta ciudad es capaz de competir en la máxima división ante instituciones colosales que juegan en estadios de primer mundo, situados en enormes y modernas ciudades. En ocasiones, el campo de entrenamiento de un gran equipo tiene mayor capacidad que el propio estadio de estos pequeños clubes.

El año pasado, el Eibar logró la hazaña de ascender a la Primera División de España y se mantuvo para esta siguiente temporada aprovechando el descenso administrativo del Elche. En esta ocasión el sueño se trasladó a Italia y lo ha conseguido el Frosinone, un equipo que juega en la ciudad del mismo nombre, en la región de Lacio, en el centro del país, zona dominada históricamente por la Roma y la Lazio. Este domingo, 87 años después de haberse fundado, debutará en la Serie A contra el Torino.

Frosinone, que cuenta con un anfiteatro romano y un Museo de Arqueología como principales atracciones turísticas, tiene poco más de 45,000 habitantes, la misma cantidad de asientos con que cuenta el estadio de la Juventus, y si metiéramos a todos los habitantes de esta pequeña ciudad en San Siro, casa del Milan, ni siquiera cubrirían dos terceras partes de la capacidad del inmueble. El Estadio Matusa, inaugurado en 1932, puede albergar apenas 9,000 espectadores.

Las principales actividades económicas en esta ciudad son la agricultura, ganadería, industria mecánica, electrotécnica, alimentaria, textil, del plástico y materiales para la construcción, así como el comercio y las artesanías. Evidentemente, ninguna de estas actividades se desarrolla a gran escala ni predominan las fábricas en esta población que, acorde a su tamaño, veía transcurrir los días, meses y años con suma tranquilidad hasta que su equipo ascendió, situando a la ciudad en el mapa mundial.

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