Cristiano Ronaldo: el imparable

La vida es un periplo plagado de obstáculos. Retos que provocan, seducen e invitan a cualquiera para que éste los domine. Una vez superados estos retos, el sujeto puede asegurar avance en su vida. Existen ejemplos numerosos al respecto, pero hay uno en particular que concentra nuestra atención. ¿Qué sucede cuando tu reto eres tú mismo cómo en el caso de Cristiano Ronaldo?

Se crió en la isla de Madeira. Una pequeña porción de tierra ubicada justo en el océano Atlántico a unos 900 km de Portugal. Justo en ese lugar, Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro daría inicio a una travesía hacia el estrellato más grande aún que su viaje desde su isla natal hasta Lisboa.

Una mirada fija y desafiante que conserva hasta la fecha. Una sonrisa enorme que dejaba entrever una dentadura desalineada. El pelo castaño y ensortijado, son lo poco que permite ver la imagen de Cristiano cuando tenía diez años de edad. Por ese entonces su más grande ídolo era Figo, integrante de los históricos galácticos del Real Madrid.

Para su corta edad ya destacaba en el club Andorinha en donde laboraba su padre. Dos años después, Clube Desportivo Nacional de Funchal ya lo tenía entre sus filas. En aquella pequeña isla se formaba una gran estrella. Brillaba por su velocidad, su entrega y sobre todo por su habilidad con el balón cuando había que encarar al rival.

Ese mismo brillo deslumbró al club Sporting de Lisboa. Al cumplir 15 años, Cristiano tuvo que salir de casa y migrar a la capital de Portugal. Dejaba la isla para perseguir su sueño de ser futbolista y sacar a su madre de la pobreza. Luego de una prueba de tres días logró convencer al Sporting para ficharlo en la temporada 97-98.

Cristiano le estaba dando un regate a la vida que tenía. Podía olvidarse por un momento que era joven. Qué provenía de un pequeño barrio de Funchal. También podía dejar aún lado su timidez y aspecto que la causaban incomodidad. Lo que no podía dejar de lado era su fragilidad como humano. A los 15 años tuvo que encarar un gran obstáculo en su corta carrera.

Luego de un chequeo médico realizado por el Sporting, el resultado arrojó un serio problema de salud. Su ritmo cardíaco era igual al ritmo de su juego; demasiado acelerado. Su carrera estaba en peligro. Sin embargo, luego de una operación vía laser su corazón ya no representó un problema. Pudo retomar sus entrenamientos y dos años después debutaría contra el Braga para marcar el inicio oficial de su carrera profesional.

 

 

Cristiano tendría un paso sólido pero fugaz en la liga portuguesa para después maravillar a Europa.

 

 

Pasaron solamente dos juegos en la liga profesional de Portugal para que Cristiano Ronaldo se diera a notar. Marcaría dos goles en la victoria de su club 3-0 contra el Moreirense Futebol en el 2002.

El gran desempeño del joven lusitano deslumbró a los visores de clubes importantes de Inglaterra.  En 2003 y luego de ser solicitado específicamente por Alex Ferguson, Ronaldo se vestiría de diablo rojo. El Manchester United fichaba al joven portugués por más de 18 millones de euros.

En su debut con el equipo titular frente al Portsmouth en ese mismo año, lograría conseguir su primer tanto en liga inglesa. El dorsal número siete de los Red Devils prometía mucho más.

El verano del 2004 fue brillante para Ronaldo. Lograría llegar a la selección nacional de Portugal para compartir cancha con su ídolo de la infancia: Figo. Jugaría un campeonato europeo en su país y llegaría a la final del mismo para ser derrotado por Grecia. En la cara de aquel jovencito solo había lágrimas y un duro golpe.

 

 

 

 

Como revancha regresó a Inglaterra y consiguió el premio al mejor jugador joven del año. Luego en el 2005, la muerte de su padre, víctima del alcoholismo, representaría uno de los mayores retos a vencer por el futbolista. Decidido a no estancarse volvió a las canchas y esta vez vendría por todo.

Siguieron su convocatoria al Mundial del 2006 donde Portugal fue eliminado en semifinales por Francia. La derrota le había dejado un sabor amargo. Este tropiezo fue el motor principal para que dos años después, conformara un tridente poderoso a lado de Wayne Rooney y Dimitar Berbatov en el Manchester United.

Este triplete y el imponente United del 2008, lograrían llegar a su tercera final de Champions League frente al Chelsea y la ganaría. Europa entera coincidía que el portugués era el mejor jugador del mundo. Un año después de conseguir títulos y desplegar talento en Inglaterra, todos los reflectores apuntaban a España.

En 2009, el Real Madrid, club de sus sueños, lo ficharía por 90 millones de euros. Ahora sí, nada detenía al proveniente de Madeira para alcanzar el estrellato y el reconocimiento mundial. El resto de esta historia todos lo conocemos.

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