Canelo vs GGG: Pros y Contras de Pelear en Las Vegas

Este sábado 16 de septiembre en Las Vegas, Nevada, se vivieron 36 minutos de una batalla memorable. La T-Mobile Arena fue el coliseo donde se enfrentaron dos auténticos guerreros que presumieron condiciones boxísticas extraordinarias. Resultó ser una pelea a muerte donde el intercambio de golpes fue protagonista de este evento que, al sonido de la campana final, me hizo ponerme de pie y aplaudir tal exhibición.

El boxeo pudo rozar e incluso alcanzar la perfección durante y después de este combate. La mayor parte de los expertos, boxeadores, ex boxeadores y aficionados, conocedores o no, se manifestaron en su mayoría demeritando y criticando la decisión final tomada por los jueces encargados de dictar un veredicto y definir un ganador. Dentro de toda esta oleada de quejas, polémica e inconformismo, nadie reparó o concibió que hemos sido testigos de uno de los combates más emocionantes en la historia de la división mediana. Una tremenda exhibición de 12 rounds donde Gennady Golovkin y Saúl «El Canelo» Álvarez dejaron sobre el ring hasta la última gota de sudor y, también, dieron cátedra de la clase, capacidad mental y boxística que han ido forjando a lo largo de su carrera como pugilistas.

Cualquier boxeador en su sano juicio ha soñado con ser protagonista de una pelea estelar en Las Vegas, el kazajo y el mexicano no fueron la excepción. Más allá de ser una ciudad y un escenario donde el pecado y la corrupción son amos y señores de esquina a esquina, los reflectores de cada uno de los cuadriláteros que conforman a la principal casa del boxeo resultan económica y publicitariamente irresistibles.

Ningún combate deja más dinero que los que son efectuados en la ciudad más importante del estado de Nevada. Algunos hicieron y forjaron su carrera ahí. Otros vieron cómo sus sueños y ambiciones se esfumaban ante las decisiones de un jurado que cada vez resulta menos confiable y sigue poniendo en duda el profesionalismo y honestidad de un deporte donde lo más importante debería de ser el código de ética que reglamenta y define un combate entre dos guerreros que decidieron ganarse la vida con los puños.

«GGG», en su primer combate en Las Vegas, fue fiel a su estilo. Ir al frente, conectar incontables rectos y sacudir su mano derecha con velocidad, potencia y precisión, digna de ser considerada como una de las mejores de la historia del boxeo. El mexicano, también en lo suyo. Contragolpeando y demostrando que ha trabajado en demasía el movimiento de cintura y la velocidad de piernas, capacidades que lo hacen acreedor irrefutable del título: «un gran boxeador».

No hay nada que reclamarle a ninguno de los dos pugilistas. Con los defectos y magníficas virtudes que los caracterizan, fueron un ejemplo de cómo hay que desarrollar un combate que se ha venido trabajando desde hace meses, e incluso años, dentro de la industria boxística. Ellos no se guardaron nada. Los dos entendieron eso. Lo único lamentable dentro de toda la función es que sólo existieron 12 rounds para disfrutar de esta exhibición que, más allá del resultado, estoy seguro pasará a la historia como uno de los combates más vistosos en la era del boxeo.

El enfrentamiento se llevó a cabo en una época donde este deporte ha visto cómo su credibilidad ha descendido de manera drámatica en los últimos años. Esta pelea cumplió con creces sobre el ring para volver a creer en el deporte. Las reacciones en las redes sociales y en las graderías de la T-Mobile Arena me resulta inapropiada y poco objetiva. Totalmente ajena a lo que se vivió y disfrutó sobre el cuadrilátero de Las Vegas.

Para algunos, Golovkin fue despojado de una clara victoria. Para muchos otros, «El Canelo» fue perjudicado y privado de una victoria que pudo ser histórica para el boxeo mexicano. Lo que sí es verdad es que esta pelea puede ser catalogada como el perfecto empate en todas sus líneas ya que el combate, fuera quien fuera el ganador, ya tenía asegurada una revancha que promete otro gran enfrentamiento y muchos millones más para todos los involucrados. Pocos deportes para hacer negocio como lo es el boxeo.

Me despido con la siguiente frase: «Los boxeadores están ahí para establecer una experiencia absoluta, una pública rendición de cuentas de los límites máximos de su ser; ellos saben, como pocos podríamos saber de nosotros mismos, qué poder físico y psíquico poseen; de cuánto son capaces.» – Joyce Carol, famosa y exitosa escritora norteamericana.

 

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