Siempre a corto plazo

Por ADRIÁN OJEDA

Uno de los grandes defectos en el futbol de México es que se trabaja todo a corto plazo. Con torneos de 17 jornadas y con ocho lugares para clasificar a la liguilla, los equipos se arman para lograr objetivos cortos, pequeños e inmediatos. Y como tal, toda la liga gira en ese ritmo. Los periodos de los entrenadores al frente de un equipo son cortos, los jugadores en muchos casos no pasan más de un torneo en el mismo club, los proyectos de cada directiva se hacen al vapor y por eso no es de extrañar que incluso cuando un club establece cierto dominio durante un torneo, éste sea efímero.

Como se trabaja a corto plazo y al bomberazo, podemos ver que cinco de los seis últimos lugares de la tabla general, estuvieron en la liguilla pasada. Es verdad que solamente se han jugado tres jornadas del campeonato, pero este hecho es recurrente en la liga mexicana. Si rebobinamos el casette y nos vamos a torneos anteriores, es de lo más normal que el último se convierta en el primero (ahora es el Morelia) y que los de arriba después estén abajo. Porque el que estuvo en el sótano enciende el botón de emergencia hasta que se ve en problemas de descenso y entonces saca la billetera y se refuerza. Pero no antes. No cuando es evidente que va cayendo irremediablemente hacia un abismo, sino cuando ya está en ese abismo. Muy al estilo mexicano.

En cambio, los ocho que clasificaron a la liguilla se sienten cómodos con su desempeño del torneo anterior (aún si no levantaron el título) y no sienten esa urgencia de armar, reforzar o apuntalar sus planteles. «Total, si ya estuvimos entre los ocho mejores del torneo pasado, con lo que tenemos y un poco más, nos va a alcanzar». El problema para ellos es que los otros diez sí se reforzaron para poder aspirar a su objetivo de CORTO PLAZO, que es la liguilla (ojo, no ser campeones, sino primero entrar a la fiesta grande y después ahí, como siempre dicen, «todo puede pasar», «es un nuevo torneo»). La liguilla da dinero y en esta liga normalmente se antepone la ambición económica a la gloria deportiva. Así es que, mientras califiquemos, todo está bien.

A mi ya no me sorprende ver cada seis meses la tabla de posiciones invertida. Los de arriba bajan y los de abajo suben. Decíamos que si combinamos los resultados de América, Guadalajara, Atlas, Tigres e incluso el campeón Santos, que hace no más de tres meses estaban jugando las finales del Clausura 2015, hoy suman 2 triunfos, 2 empates y 11 derrotas en el inicio de torneo (son 15 resultados en tres jornadas de estos cinco equipos). Sin embargo, en unas jornadas se pondrán las pilas con objetivos cortos como ganar dos o tres partidos y meterse a zona de liguilla.

Morelia y Puebla, que pelean el descenso, encabezan la tabla y con puntaje perfecto, aunque los poblanos con un partido menos. El equipo michoacano ya igualó, apenas en tres jornadas, el registro total de triunfos que tuvo en todo el torneo pasado, y con el puntaje tan corto que se requiere para aspirar a una liguilla, le bastarán 3 o 4 victorias más en las 14 jornadas que restan del campeonato, para seguramente estar en la fase final. La Franja, por su parte, estuvo a un punto de descender en Torreón hace unos meses, y hoy está invicta y mirando al resto desde la parte alta de la tabla.

Si esta paridad de fuerzas se diera en torneos largos, con regularidad y con un alto nivel de competencia, bienvenida sería. Pero lo que ocasiona que todos los equipos tengan chance de pelear el campeonato, y que el interés por ver quién clasifica a la liguilla se mantenga hasta la jornada 17, es esa maldita costumbre de pensar y trabajar a corto plazo. Incluso durante la competencia. El equipo que hilvana tres o cuatro partidos sin perder, experimenta un gran ascenso en la tabla de posiciones y, quizá inconscientemente, se relaja sabiendo que una derrota después de esa gran racha, no lo sacará de los primeros ocho. Y el que cae en una seguidilla de derrotas, pero tiene ese octavo lugar al alcance, se llena de motivación (a corto plazo) para ganar su siguiente partido. Imaginen lo que pasa si se enfrentan el que está en buena racha y el que está en una mala. Usted incluso mete la quiniela y le apuesta al supuesto favorito con la convicción de que va a ganar. Bueno, pues en esta liga, solo en esta liga, ocurre lo contrario. Y ya está explicado el por qué. Así es nuestro futbol, y creo que ni siquiera nuestros nietos podrán ver una liga diferente, con proyectos a largo plazo. Bien dicen que el futbol es el reflejo de la sociedad.

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