Hace más de una década, un 11 de diciembre del año 2004, un excéntrico pero a la vez huraño ser, entonces técnico de los Pumas de Universidad, se coronaba bicampeón del fútbol mexicano en tierras regias. El exitoso proyecto de aquel equipo que dominó de principio a fin el balompié nacional durante 12 meses difícilmente se volverá a ver. ¿Por qué? Porque aquel equipo dirigido por uno de los grandes símbolos de la institución cosechó un año extraordinario debido a que la directiva conformó una plantilla sólida que se contagió con el narcicismo puro de su DT y el apoyo inmarcesible de su fiel afición.
En el año 2005 Hugo Sánchez, Director Técnico del club en aquel entonces y uno de los artífices de la más reciente época dorada del conjunto felino, anunciaba que dejaría el club al final de aquella temporada. ¿Sus razones? En palabras de ‘Hugol’: Brevemente. Son cinco años y el tiempo desgasta todo. Y así, así como lo dijo él. Así como lo expresó uno de los pocos técnicos que pueden presumir de haber ganado un trofeo en el Estadio Santiago Bernabéu, casa del Real Madrid, el tiempo no perdona. No diferencia entre genios y soberbios ni distingue entre huraños e irreverentes.

‘Hugol’ con el Trofeo Santiago Bernabéu en el año 2004
Cronos ha cobrado factura en Ciudad Universitaria. Ahí precisamente en el corazón del equipo que representa la máxima casa de estudios en nuestro país. En el Estadio Olímpico Universitario, en el césped donde se ha visto desfilar a incontables figuras y donde se ha desplegado lo que, para muchos, es el mejor fútbol en la historia del club. Toda la entidad azul y oro parece ser consciente de que su reinado, aquel donde era irreprochablemente uno de los “cuatro grandes del fútbol mexicano”, donde eran un modelo a seguir por basar su juego en el aporte de jugadores criados en su propia academia de fútbol, aquel equipo que acaparaba todo tipo de elogios por su estilo y filosofía como institución, ha llegado a su fin.
La transformación que ha ido mostrando el equipo a partir del ya lejano año 2004 resulta una incógnita para el mundo deportivo, incluso lo es también para sus mismos aficionados que más allá de gozar de uno de los planteles más vastos en su historia buscan reconocer a su equipo en un proceso donde se han ido erosionando las fundaciones que le daban forma al equipo. En su lugar se han colocado pilares que han mantenido a flote el barco, han regado algunos títulos, pero no han sido más que soluciones a corto y mediano plazo.
14 de marzo de 2018. Pumas vs Necaxa. Once contra once. Dos arcos. Tribunas atentas. Todos los reflectores apuntaban hacia un posible resurgimiento felino. Copa MX, los mismos ingredientes de siempre, la misma pasión, el orgullo de por medio, pero pocos sabían o concebían que en esta noche de miércoles se iba a definir mucho más que la lucha por avanzar en el torneo copero.
Aquellos fieles postrados en las butacas del estadio, uniformados por los colores del equipo de sus amores, estaban por presenciar una de las peores decepciones futbolísticas, me atrevo a decir, en la historia del club universitario. Un juego ríspido, como era de esperarse, lleno de polémicas arbitrales, piques entre compañeros y rivales, había muchísimo más en juego que el honor que siempre va implícito en este tipo de encuentros eliminatorios.
Corría el minuto 3 del encuentro y se vislumbraba un poco de la exhibición todoterreno de Jesús Gallardo que hizo el desborde por la banda izquierda para servir en bandeja de plata al goleador Nicolás Castillo que pondría los cartones a favor de los Pumas. Los ecos del estadio retumbaban con cada garganta que entonaba orgullosamente el ‘¡Goya!’ que genera una atmósfera de hermandad entre todos los presentes.

‘Nico’ Castillo segundos antes de salir del terreno de juego
A la media hora de partido el espectáculo daría un giro de 180 grados. Una patada al hijo pródigo, al ídolo de Ciudad Universitaria, Nicolás Castillo, enmudecería las tribunas. Tarjeta roja para Dieter Villalpando, camilla para ‘Nico’ que tendría que ser sustituido. Pero, independientemente de la ausencia del delantero estrella y referente, todo indicaba que la victoria sería para los auriazules. Con un hombre más que el rival en el terreno de juego, los pupilos de David Patiño no supieron maniatar estos elementos a su favor.
Casi cumplida la hora en el encuentro, un tiro libre del chileno Matías Fernández dejaba estoico al arquero Magaña para poner el empate en el marcador y el embrión anímico a favor de los Rayos del Necaxa.

Luís Pérez celebrando el gol del triunfo en el Olímpico Universitario
El ADN del encuentro fue mutando minuto a minuto. Disputa inundada de actividad en ambas áreas. Nadie mataba, todos perdonaban. Queriendo retomar esa garra y mentalidad de la cual tanto gozó el club hace unos años, Pumas intentó responder y volverse a poner adelante en el marcador, pero a falta de Nico Castillo, no hubo nadie que lograra la contundencia necesaria para lograr el objetivo, cosa que sí supo hacer el Necaxa que con una volea al ángulo hundió al conjunto universitario. Miles de aficionados auriazules buscaban desatar ese nudo en la garganta entonando al unísono el último ‘¡Goya!’ de la noche, demostrando que hay costumbres que jamás se olvidan.
Y Luís Pérez, futbolista hidrorrayo, con ese soberbio zapatazo que le daría el triunfo a su equipo, dividió al gremio del fútbol mexicano, desde periodistas hasta aficionados, desde soberbios hasta conocedores, en esperanza y fracaso.
Es evidente que los Pumas ya no son ese conjunto que deslumbró al mundo del fútbol mexicano. Es notorio que la filosofía y hegemonía futbolística auriazul se acerca al ocaso de su existir, por lo que es urgente que los dirigentes y los jugadores entiendan… todo lo que hay detrás de un ‘¡Goya!’.

Erick ‘El Cubo’ Torres al finalizar el encuentro
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