A juzgar por sus dos fichajes de invierno, el Inter de Milán parece estar cansado de ver la liga italiana desde media tabla, un sitio que no va acorde con su jerarquía ni con su historia. Es verdad que Lukas Podolski y Xherdan Shaqiri no van a resolver por sí solos los graves problemas que viene arrastrando este equipo desde el inicio de la temporada, cuando eran dirigidos por Walter Mazzarri, y que tampoco ha podido resolver de inmediato Roberto Mancini.

La crisis del Inter no es de ahora. Desde que ganaron la Liga de Campeones en 2010 con José Mourinho, el equipo comenzó a desmantelarse poco a poco, primero con la partida del entrenador portugués al Real Madrid, y después con varias estrellas que fueron tomando cada uno destinos diferentes: Eto’o, Sneijder, Lucio, Julio César, Maicon, Materazzi y Stankovic se fueron antes que los argentinos Zanetti, Milito y Cambiasso. El caso es que hoy no queda nadie de ellos. En solo cuatro años, un plantel completamente nuevo. Ni un solo sobreviviente.

Tras el desmantelamiento, el siguiente error del Inter fue el no hacer una renovación con jugadores, ya no digamos del mismo nivel, por lo menos de cierto prestigio en el fútbol europeo. Lejos de eso, la dirigencia nerazzurri apostó por un proyecto de jóvenes, en su mayoría africanos y balcánicos, respaldados por la experiencia de algunos futbolistas sudamericanos de renombre, y olvidaron la cantera de italianos, al grado que hoy es difícil encontrar un jugador local en el plantel. Nada ha funcionado. Al menos ahora llegaron dos buenos delanteros. No son Ronaldo ni Messi, pero tienen cartel en Europa. Y le ayudarán al Inter, seguro. Aquí los numeritos del alemán: