La primera fecha de la Copa América tuvo un gran protagonista. Y no me refiero a una selección (que bien pudo ser la cada vez más respetable Venezuela) sino a un hombre que estuvo por encima del resto de sus compañeros, de sus rivales, y de todos los jugadores que vieron acción entre jueves y domingo. Brilló incluso más que su compañero en el Barcelona, Lionel Messi. En cuatro días de Copa, Neymar ya se subió a un pedestal desde el cual observa con jerarquía y desdén, el desarrollo del torneo.

¿Será que destaca más porque esta Brasil es una de las más pobres de la historia? ¿Sería diferente su aportación en una selección con cracks como las que solía tener su país? La realidad es que se nota un abismo entre el delantero recién consagrado campeón de la Champions League, y el resto de su selección. Ahora la gran pregunta es si Neymar podrá llevar el peso de su equipo durante todo el torneo como lo hizo en el debut ante los peruanos.

No es que Messi haya tenido un mal debut, ni que Cavani, Vidal o Paolo Guerrero hayan decepcionado como sí lo hicieron James Rodríguez y todo el arsenal ofensivo de Colombia. Pero Neymar estuvo mejor que todos. Él solito le ganó a Perú, entendiéndose que no es literal. Es una ofensa al fútbol que Tardelli porte el número 9 que alguna vez tuvo Ronaldo, que Elías y Fred sean titulares en la selección más grande de la historia, que lo mejor de Brasil (aparte de Ney) sea su defensa. Con todo eso, ¿le ganó solo Neymar a los incas? Sí, así fue. Una actuación memorable, grandiosa, del 10.