A unas semanas de que la FIFA de a conocer al ganador del Balón de Oro, y cuando el mundo entero espera la quinta coronación de Lionel Messi o la cuarta de Cristiano Ronaldo, se asoma un tercer candidato esbozando posibilidades de terminar con este reinado dual que se extiende ya a siete años. Neymar es, hoy en día, un legítimo aspirante a ocupar ese trono, o a hacerlo en un futuro inmediato.

¿Algún argumento válido para haber incluido en la terna a Cristiano Ronaldo? Más allá de que es un jugador fuera de serie, el lusitano tuvo un 2015 que no impresionó a nadie ni en lo individual, ni en el aporte para con su equipo, que no ganó ningún trofeo la temporada pasada, situación que le costó injustamente la chamba a Carlo Ancelotti.

Es verdad que los 48 goles que le valieron el Pichichi podrán ser un argumento de peso para estar en la terna final, superando por 17 la cifra con la que se había consagrado campeón de goleo la temporada antepasada. Llegar a casi medio centenar de goles en una temporada es una brutalidad, pero esos goles tienen que valer y significar algo para el equipo, cosa que ahora no sucedió con el astro portugués al servicio del Real Madrid. Por otro lado, Messi tiene a favor los múltiples títulos conquistados con el Barcelona la temporada anterior, los mismos, eso sí, obtenidos por Ney.

Aquí están los méritos del ex atacante del Santos: Después de confirmar su status como la gran joya del futbol brasileño, Neymar pasó a formar parte de un elenco de primer nivel, pero en su primera temporada su papel se limitó al de un actor secundario, que veía desde la banca cómo el barco capitaneado por Gerardo Martino quedaba a la deriva en un año para el olvido. Peor fue la situación si consideramos que en el teatro de enfrente, el gran rival acaparaba todos los aplausos conquistando tanto la Champions como la Copa del Rey, ambas con un gol de su fichaje estrella del verano, Gareth Bale.

Considerando que Neymar y Bale llegaron en el mismo mercado de traspasos, las comparaciones siempre han estado presentes en el transitar de estos dos jugadores por el futbol español. Mientras que el impacto del galés fue inmediato, el atacante paulista tuvo que remar contra la corriente para que la crítica europea cambiase la paupérrima imagen que tuvo de él en ese fatídico primer año.

Con el Madrid encumbrado en Europa y el Barcelona iniciando un nuevo ciclo bajo la tutela de Luis Enrique, Neymar tuvo que superar las críticas primero, y demostrar en el campo después, toda su valía. El papel del brasileño en el equipo catalán tomó mayor relevancia en dos etapas: la campaña pasada, con la suspensión de Luis Suárez (que no pudo jugar sino hasta el 25 de Octubre, nueve jornadas después de iniciada la liga), el ex astro del Santos adquirió un papel fundamental, al grado de concluir la temporada como el tercer máximo goleador de la liga, solo detrás precisamente de Messi y CR7, sus dos rivales en la terna para el Balón de Oro.

Ya en esta temporada, el Barça tuvo que lidiar con el infortunio que significó la lesión de Leo Messi, y nuevamente Neymar tuvo que echarse el equipo al hombro (es verdad, junto con Suárez). Tan es así, que el brasileño lidera la tabla de goleo después de 16 jornadas, se ha convertido en figura mundial y todos lo apuntan como el sucesor de Messi como rey de Barcelona… y probablemente del mundo.