Liga MX: ¿Calidad, espectáculo o inconsistencia?

  • Más allá del espectáculo que representa la liguilla de la Liga MX, la inconsistencia reina cada seis meses a lo largo del torneo regular

No cabe duda que el fútbol mexicano, amado u odiado, siempre ha sido un tema de conversación que genera polémica, diversidad de opiniones y horas y horas de discusiones para todo tipo de aficionados. Ya sea desde el más apasionado y conocedor, hasta el que sólo comenta para no quedarse fuera de la charla y encajar dentro de toda esta euforia pambolera. Dentro de todo este debate probablemente solamente exista un punto donde todo hincha esté de acuerdo… en la Liga MX lo único seguro es la inconsistencia.

Actualmente, con un tercio de temporada recorrida, en este Apertura 2017 ya se presentó otro ejemplo de que, en México, ser campeón nacional no es sinónimo de que el porvenir para la institución en curso sea exitoso. Ahora le toca a las Chivas Rayadas del Guadalajara estar en el ojo del huracán y ser juzgadas por lo que pinta ser un semestre para el olvido después del tan aplaudido y homenajeado «doblete» entre Copa MX y la liga.

Más allá de que hay que entender que Chivas, después de su éxito rotundo de la mano del «Pelado» Matías Almeyda, sufrió lesiones, escasez de plantel y una nula pretemporada, no debe de existir justificación para mostrar tan poco fútbol después de siete jornadas. Pero también hay que concebir que al tratarse del equipo «lleeeno de mexicanos», y del equipo del pueblo, las exigencias son mayores y también los detractores.

A poco no se les retuerce el estómago, les da reflujo y unas agruras impresionantes cada que escuchan la frase: “Es meritorio. Es destacadísimo. Es un equipo de puros mexicanos que alcanzó el campeonato”. Incontables veces hemos escuchado semestre tras semestre: “Meritorio lo que hacen mis Chivas, son puro mexicano. Es una prueba de que se puede sin cabrones extranjeros”. Un par de buenos torneos y ya es prueba de la calidad “irrefutable” de los mexicanos pero entonces, ¿qué sucede con los otros chorrocientos torneos pésimos y mediocres llenos de fracasos deportivos y directivos? Dejemos ese falso nacionalismo que nos lleva a enaltecer a los mexicanos en sus victorias y hundirlos en sus derrotas. Lo que importa es la calidad, no la nacionalidad. Lamentablemente, calidad sí es sinónimo de constancia y el fútbol mexicano no la tiene.

En la historia de los torneos cortos se ha vuelto una costumbre que cada equipo consagrado monarca de la liga celebre en grande la proeza de campeonar y después olvide «la receta» que los llevó al éxito. El ejemplo actual es Chivas, campeón defensor tras derrotar claramente a los Tigres de la U de Nuevo León. Los contrastes entre ambas instituciones son bastante marcados, mientras el campeón marcha penúltimo en la tabla general, el «sub» ya está pisándole los talones en la parte alta del campeonato a las Águilas del América y los Rayados del Monterrey.

El caso de Chivas no es algo extraño o nunca antes visto. Antes del Rebaño vino Santos, equipo que campeonó en el Clausura 2014 y que por segunda vez no figuró en la siguiente campaña al quedar fuera de zona de liguilla. A los de Torreón le siguen Pumas (Clausura 2011), Tigres (Apertura 2011), Santos (por primera ocasión en el Clausura 2012) y Xolos (Apertura 2012). A esta indecorosa lista podemos agregar también a Pachuca, equipo que más repite con campeonatos sin defensa exitosa (3), Atlante, Monterrey, Morelia y Toluca, que cierran este conteo de los infectados con la «campeonitis» en la historia de los torneos cortos.

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