Lección… ¿aprendida?

México inicia una nueva eliminatoria con la mira puesta en Rusia 2018. Tras lo traumático que resultó ser el proceso eliminatorio anterior, el Tri (y todo el entorno que lo rodea) tendrá que hacer las cosas muy diferentes si queremos (asumo que todos queremos) llegar al Mundial sin los sobresaltos de otras ocasiones, y que el técnico Juan Carlos Osorio pueda cumplir todo el ciclo mundialista.

¿Qué no hacer? Inflar a los jugadores nuevamente, que todos los medios, no sé si por vender más o porque neta así lo piensen, sigan hablando de la mejor generación de la historia. Ya basta de estar engañando al público con información falsa y, si en realidad así lo consideran, creo entonces que su memoria es muy corta porque esta selección, está a años luz de la subcampeona de América en 1993.

Que tengamos muchos jugadores en el exterior no es garantía de nada. Algunos apenas juegan y los que lo hacen con regularidad, no están en ningún equipo top. Cierto es que el Bayer Leverkusen, Porto y PSV son clubes de prestigio en Europa, estos dos últimos incluso con Orejonas en su palmarés, pero tampoco nos podemos confundir y pensar que tenemos un Dream Team cuando no es así. México tiene una buena selección, competitiva, pero no estamos ante 11, ni mucho menos, 22 cracks de talla mundial.

¿Qué hacer? Lo que necesita esta selección si quiere llegar a ser considerada una de las mejores de la historia como muchos nos la quieren vender, es primero que nada olvidarse de esas poses de diva que por poco les costaba el boleto al Mundial de Brasil. Lo segundo, haber aprendido la lección de la eliminatoria anterior y salir a jugar con riñones desde el primer partido, pues hoy en día ya no se gana solamente con la camiseta.

Dejemos trabajar a Osorio. Muchas voces calificadas dentro del ámbito futbolístico nacional, se han encargado de darle hasta con la cubeta al técnico colombiano, en especial algunos colegas suyos, muertos de envidia. ¿Qué no se supone que #todossomosMéxico? En lugar de sumar, estamos dividiendo, incluso sin ni siquiera darle el beneficio de la duda al nuevo seleccionador. Les propongo algo: primero dejemos que trabaje, y ya después si quieren, y si lo amerita, le pueden dar hasta con la cubeta.

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