¿A qué vamos?

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Por ADRIÁN OJEDA

Añoro esa época, no muy lejana, en la que México era una un digno contendiente cada vez que se paraba en la Copa América. Ante las mejores selecciones del continente, el Tri siempre dio la cara y alcanzó dos finales y tres semifinales entre 1993 y 2007. En otras dos ocasiones llegó a cuartos de final. Pero nunca, hasta la edición más reciente en Argentina, había quedado eliminado el equipo mexicano en las primeras de cambio.

A cuatro días del debut ante Bolivia, nuevamente una nube de incertidumbre rodea a la selección nacional. Por los mismos motivos de hace cuatro años. Sin el equipo A, no tenemos argumentos suficientes para competir en un torneo en el que estarán Lionel Messi, Neymar, Arturo Vidal, Edinson Cavani y James Rodríguez encabezando a sus respectivas selecciones, junto con una constelación de estrellas sudamericanas.

Aún con la selección A sería difícil conquistar la Copa, pero México podría competir. Con la experiencia y la calidad de Guardado, Moreno, Giovani, Vela, Chicharito y compañía, la situación podría haber sido otra. Pero ya conocemos la situación y la absurda programación de la llanera Copa Oro cada dos años en lugar de cada cuatro, obligando a las selecciones adscritas a la CONCACAF a jugar con sus cuadros estelares en la Confederación que les corresponde.

Estamos a punto de vivir el segundo ridículo consecutivo de México en Copa América. Tal vez no seremos últimos ni perderemos los tres partidos como en Argentina 2011, pero hoy en día, los claros favoritos para avanzar en el Grupo A son Chile y Ecuador, selecciones mundialistas por Sudamérica en la pasada Copa del Mundo, y con estrellas en las mejores ligas de Europa.

Para 2019, la FMF necesita replantearse si seguir participando en el certamen de la CONMEBOL. La inclusión de México en 1993 fue uno de los grandes logros a nivel directivo en la historia del fútbol mexicano. Desde entonces crecimos y nos hicimos respetar más allá de nuestra zona de confort llamada CONCACAF. Pero en ese entonces íbamos a competir. Hoy en día, ¿a qué vamos a la Copa América? ¿a que se fogueen nuestros jugadores «B»? ¿a adquirir experiencia? Eso fue hace más de 20 años. Hoy no deberían darse el lujo de perder todo el prestigio que tanto trabajo costó ganarse.

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