Lesiones que matan

Sports Day

En pocos deportes se tiene tanta dependencia de un jugador como en el futbol americano, sobre todo si ese jugador es tu mariscal de campo, y más aún cuando el suplente no ofrece las mínimas condiciones de calidad para por lo menos cumplir con su papel y hacer que la ausencia del titular se note lo menos posible. Lógicamente, siempre habrá una diferencia de nivel, pero cuando es tan notorio, puede cambiar el destino no de un partido, sino de toda una temporada.

Dallas inició la temporada con dos triunfos divisionales y era señalado como un posible contendiente al Superbowl. En la primera semana se lesionó su receptor estelar Dez Bryant, pero seamos realistas, el año de los Vaqueros cambió radicalmente en el mismo momento en que Tony Romo yacía adolorido sobre el emparrillado de Filadelfia.

Desde entonces, Dallas acumuló siete derrotas consecutivas, su peor racha desde que en 1989 terminaron con el peor récord de la liga. Cierto es que al menos cinco de esos siete duelos los pudieron ganar, pero es precisamente en esos momentos decisivos de los partidos en los que aparecen los grandes jugadores.

Seguramente influyó el paupérrimo nivel mostrado por Brandon Weeden y Matt Cassel para que los de la estrella solitaria acumularan esa marca de 0-7 durante la lesión de Romo. Es probable que con un suplente medianamente decente, Dallas habría podido ganar por lo menos dos juegos más, pero ese hipotético 5-5 aún quedaría lejos de la marca que tendrían con Romo, y aunque el hubiera no existe, los números hablan por sí mismos: 15-4 con Tony al mando en las dos últimas temporadas, y el mencionado 0-7 sin él.

Cuando Peyton Manning se perdió toda la temporada 2011 por una gravísima lesión en el cuello, Indianápolis finalizó con el peor registro de la NFL, un espantoso 2-14. En las nueve temporadas previas, con Manning al mando, y las tres posteriores, ya en la era de Andrew Luck, los Potros ganaron por lo menos diez partidos. Aquel fatídico año, el comandante fue Dan Orlovsky, jugador que apenas conocen en su casa, pero el resto del equipo era prácticamente el mismo que había llegado al Superbowl dos años atrás. Así de dependiente puede llegar a ser un equipo de su mariscal de campo titular.

A Green Bay ya le pasó también, cuando Aaron Rodgers tuvo que ser sustituido durante la segunda mitad de la temporada 2013 por Matt Flynn y después por Seneca Wallace y Scott Tolzien. Cuatro QB’s en una temporada y el resultado fue el siguiente: con Rodgers 5 ganados y 2 perdidos; con los tres suplentes una marca de 3-5-1. Los Empacadores solo ganaron 8 partidos en aquella temporada, muy por debajo del promedio de 12 que suelen tener cuando Rodgers está en los controles del equipo.

¿Una prueba más de esta terrible dependencia? Desde 2002, Nueva Inglaterra ha calificado a todas las postemporadas excepto una: en 2008, Tom Brady se lesionó y a pesar de que los Patriotas tuvieron marca ganadora, fallaron en su intento por meterse a playoffs. El suplente de Brady fue, curiosamente, el mismo que ahora suplió a Romo: Matt Cassel, con la diferencia de que era siete años más joven y estaba rodeado de más talento. Aún así, no cumplió con el cometido de llevar a los Pats a postemporada, como ahora tampoco pudo llenar el hueco que dejó Romo y que cambió el destino de los Vaqueros, al menos en este 2015.

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