«Gracias por venir»

Raúl González Blanco, quien hasta hace poco tiempo poseía el récord como máximo anotador en la historia del Real Madrid, entre muchísimos otros reconocimientos, pasó los últimos años de su carrera en la millonaria pero poco competitiva liga qatarí, y después emigró a la estadounidense, donde finalmente colgó las botas. Antes de estas experiencias, Raúl hizo una escala de dos años en Alemania, vivió en Dusseldorf aunque entrenaba y jugaba en Gelsenkirchen, a 38 kilómetros. A su llegada a esta ciudad, los hinchas no paraban de agradecerle por haber fichado con el equipo minero, un club de mucha tradición pero con ya medio siglo sin salir campeón de la Bundesliga.

La primera vez que Raúl vio la camiseta azul del Schalke vivió un regreso al pasado. Con una camiseta muy parecida comenzó a jugar en su infancia, en el equipo San Cristóbal de los Ángeles. Este pequeño club tradicional del sur de Madrid jugaba en un campo de tierra, de color negro ceniza. Así fue la niñez de este goleador histórico. En las canchas de su barrio y con un balón tipo roca, nadie llegaba el balón siquiera al primer palo. Con esa zurda privilegiada, “Raúl niño” ponía la pelota en el segundo palo y convertía frecuentemente goles olímpicos. Inusual para su edad, era evidente que con esa clase y fuerza, ahí había un futbolista.

Hoy, Raúl vive sin la tensión de tener que ganar todas las semanas, sin el ruido y la atmósfera de un club con tanta exigencia como el Real Madrid. Pero así como en Alemania escuchó tantas veces “gracias por venir” y en Qatar y Nueva York disfrutaron de las últimas gotas de combustible que le quedaban en el tanque, el futbol español debería rendirle un homenaje a un hombre que, sin ganar nunca un Mundial, una Eurocopa o un Balón de Oro, fue quizá el primer jugador hispano de una nueva generación que dejó los complejos en el vestidor, como aquel día en el que con 18 años de edad encaró, picándose cara a cara y frente a frente, a Pietro Vierchowood, un señor de 36 años, en un partido de Champions de alta tensión contra la poderosa Juventus en el Bernabéu. Gracias por venir, Raúl, gracias por tanta magia.

Texto de Adrián Ojeda con extractos de Relatos solidarios, Págs. 209-212. Luis Villarejo.

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