Focos amarillos

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Por ADRIÁN OJEDA

Es más que evidente que cuatro derrotas en fila cuando se está jugando el descenso es el peor escenario que podría presentarse en Morelia, afectando en primer plano la parte numérica y también la parte emocional, que cuando se ve afectada contagia a su vez a la parte futbolística, las jugadas que antes salían dejan de salir y todo se pone cuesta arriba.

Pero es el futbol lo último que ha perdido el Morelia. De esas cuatro derrotas, dos han sido las más dolorosas y las más trascendentes, y ambas se dieron en circunstancias similares. Dejando de lado las espantosas actuaciones en Guadalajara y Chiapas, el equipo michoacano ha merecido mucho más en las derrotas contra León y Tijuana en casa, las que, evidentemente, son a las que me refería líneas arriba como las más descorazonadoras. Porque se jugaba en casa y porque ambas se decidieron con dos errores infantiles.

La salvación será cuestión de hombres y no de nombres, será un logro colectivo y no un fracaso en particular. Por eso cuando afirmo que la pifia de Cirilo Saucedo contra León y la de Enrique Pérez ante Tijuana han costado puntos valiosísimos (tan valiosos que pueden ser la diferencia entre mantener la categoría o descender), no es por apuntarles a ellos con el dedo, es más bien un llamado de atención para que TODO el equipo sepa lo que se está jugando y jueguen como tal, noventa, noventa y cinco, todos los minutos que estén en la cancha defendiendo estos colores, cada instante, cada segundo.

Para que mañana no sea Erpen y dentro de dos jornadas Torsiglieri, y después el Chato y otro día Olvera o Pellerano. No. No hay margen de error. No se pueden cometer distracciones estúpidas en partidos de descenso. Porque esto desmoraliza a cualquiera. Y tener la moral baja es lo peor que le puede pasar a cualquier equipo en una situación así.

Aunque lo que no te mata te fortalece. Y el Morelia no está muerto. Pero el plantel necesita, a la voz de ya, unas bofetadas de un técnico experimentado que, pase lo que pase, debe continuar en su cargo todo el torneo. Hasta ahora, sus dos grandes pecados han sido el manejo de partido y la táctica fija en defensa. No es posible perder tres partidos consecutivos tras irlos ganando. Menos cuando estás en terapia intensiva. Su tercer gran pecado, y entonces sí se prenderían los focos rojos, sería no darle una sacudida al plantel… PERO YA.

Dentro de todo, creo que los focos todavía están en amarillo, porque el Morelia no juega mal y no tiene mal equipo. Es momento de llamar a la serenidad pero hacerlo con un discurso fuerte y contundente, de olvidar el pasado y convencer a los que están ahora para que saquen su orgullo profesional y salven este barco. Por apoyo no se pueden quejar, la afición ya demostró que está con ustedes, comprando el mayor número de abonos en la historia del club y prácticamente llenando el estadio en cada partido como local.

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