Un año después, Brasil lo ha vuelto a hacer. Sí, ha vuelto a desprestigiar esa camiseta con cinco estrellas en el pecho dando una exhibición paupérrima en la Copa América como lo hizo en su Mundial y como ya lo había hecho en la Copa América 2011 y en el Mundial de Sudáfrica 2010.

La realidad es que Brasil no ha podido recuperarse de la partida de Ronaldo, Kaká, Rivaldo, Ronaldinho, Roberto Carlos y compañía. Su última conquista internacional importante fue la Copa América 2007, pero lo curioso es que en aquella competición jugada en Venezuela, la verdeamarela ni siquiera llevó a sus estrellas y aún así le alcanzó para levantar el trofeo tras vencer en la final con un categórico 3-0 a una Argentina galáctica.

Hace menos de una década, a Brasil le bastaba incluso con presentar equipos alternativos para ser campeón de América. Hoy en día, ni siquiera con todas sus figuras le alcanza. Es cierto que en esta Copa hubo ausencias como la de Oscar, Danilo y Marcelo, pero tampoco son jugadores que marquen una diferencia brutal.

La selección brasileña ha perdido totalmente el rumbo. El jogo bonito está a punto de extinguirse y solamente queda Neymar como el referente de ese futbol mágico que durante tantos años caracterizó a Brasil. Hoy es una selección como cualquier otra; sí tiene buenos jugadores, sí es competitiva, pero ya no infunde el temor de antaño y lo peor es que varios equipos le están comenzando a perder el respeto.

Ninguna selección es invencible, pero las formas son las que han prendido, o deberían haber prendido, los focos rojos en Brasil. Aparte de la famosísima humillación de manos alemanas, ya son dos ediciones consecutivas de la Copa América que caen en la ronda de cuartos de final, y la situación no pudo ser más parecida. Ante Paraguay y en penales. Hace cuatro años fallaron cuatro y esta vez dos. ¿Donde quedaron aquellos virtuosos brasileños que sabían cobrar penales? Ya ni siquiera eso les queda…