Los animales del futbol

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Por ADRIÁN OJEDA

No se me ocurrió otra palabra. Quizá porque no haya una que los describa mejor. El fútbol, el deporte más popular del mundo, está secuestrado por un grupo de vándalos, de animales que asisten a los estadios no a apoyar a su equipo, sino a expresar sus frustraciones y una ira incomprensible que los lleva a atacar al prójimo por el simple hecho de apoyar otros colores.

Esto es un deporte, por Dios. Entendámoslo de una vez. O empezamos a educar al público, o en no mucho tiempo esto se saldrá de control. Por las buenas, educarlo sería la palabra correcta. Por las malas, hablemos de castigarlo, de no dejar que se pierdan en la impunidad sus acciones violentas.

Así, como animales, los aficionados del Atlas irrumpieron en el terreno de juego con la clara intención de agredir a sus propios jugadores, demandándoles seguramente falta de entrega en ese terrible partido de vuelta ante el Guadalajara. En el mismo escenario y con los mismos equipos, hace poco más de un año, una tremenda trifulca dejó varios heridos graves, entre ellos algunos policías. Ese antecedente, gravísimo por donde se le vea, no fue suficiente para aplicar sanciones ejemplares, y por eso ahora hubo reincidencia. Tal como sucede a diario con nuestro sistema de «justicia». Bien dicen que el futbol es el reflejo de la sociedad.

Me produjo una sensación extraña, mitad asco, mitad impotencia, la imagen en la televisión de un aficionado del Atlas a unos diez metros de la policía, tocando sus genitales en señal de burla y desafío a la autoridad. Ésta no hizo nada. Se limitó a observar ese acto irrespetuoso y de extrema vulgaridad por parte de este individuo. ¿Son estos los valores que promueve el futbol?

No tuvieron que pasar más que dos horas para que, al fragor de la batalla por los cuartos de final en Veracruz, la barra del Querétaro se enfrascara a golpes también con la autoridad. Otra escena lamentable en nuestra bendita liguilla, y otro golpe a la credibilidad del futbol como un espectáculo familiar. Quizá estos dos sucesos -que ahora llamarán la atención- sean el pretexto ideal para que la liga se olvide rápidamente que hace poco más de una semana en Torreón, un aficionado invadió el campo para intentar golpear al árbitro. No hubo castigo.

Los animales que acuden a los estadios tienen presencia internacional y tan estúpidos son, que sus violentas acciones perjudican al equipo al que supuestamente apoyan. Boca Juniors, después de una primera fase perfecta, se despidió de la Copa Libertadores sin ni siquiera poder jugar los últimos 45 minutos de su serie ante River Plate gracias a sus nobles, fieles e incondicionales aficionados, quienes tuvieron la magistral idea de agredir a los jugadores del equipo visitante lanzando sobre ellos gas pimienta. La CONMEBOL decretó ganador a River en la mesa. ¡Qué brillantes los hinchas de Boca!

¿Educamos o nos seguimos haciendo patos? No será una tarea sencilla, pero habría que empezar desde ahora para ver los frutos en unos diez o quince años. Inglaterra prácticamente erradicó el hooliganismo. Claro, no somos Inglaterra, pero quiero ver al menos una declaración de intenciones, por lo menos que presenten un proyecto de trabajo a largo plazo en materia de seguridad de, y para los aficionados. Que estos tipejos no vuelvan a entrar a un estadio de futbol, y que los niños que el día de mañana estarán en las barras, no acudan pensando que lo normal es lo que están viendo en el futbol de hoy.

No es mi chamba, pero es que tampoco es el gran reto del siglo erradicar la violencia. El reto es, en realidad, que los dirigentes se fajen los pantalones y se atrevan a tomar medidas drásticas: Controlar o incluso prohibir la venta de alcohol. Credencialización de los grupos de animación. Vetar de por vida a los rijosos y vándalos. Campañas de concientización. ¿Se atreverán algún día a hacerlo? ¿A educar por las buenas o a castigar por las malas? Algo, hay que hacer algo, o esto acabará muy mal. Luego no digan que no se los dijimos.

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