Como un cuento de hadas. Así fue la participación de Paolo Rossi en el Mundial de España 1982. Condenado a no jugar por una suspensión que acarreaba desde dos años atrás por un escándalo de partidos arreglados cuando jugaba para el Perugia de la Serie A, el delantero encontró una luz cuando fue convocado por el técnico Enzo Bearzot, quien apostó por él a pesar de que duró casi dos años parado, con una evidente y lógica falta de ritmo.

En los tres partidos de la primera ronda, que culminaron todos con empate para Italia, Rossi jugó a un nivel muy bajo, no anotó ningún gol y las críticas de la prensa inundaron el campamento azzurro. En la segunda fase, ante rivales como Argentina y Brasil, las expectativas no eran muy altas para el cuadro italiano. Pero fue  a partir de esa instancia cuando Rossi destapó el frasco de su esencia goleadora, sobretodo en el partido ante Brasil, al que le marcó un histórico hat trick que le dio el pase a Italia a las semifinales.

Ya en dicha fase, Rossi marcó los dos goles con los que Italia venció a Polonia en el Nou Camp de Barcelona, y en la final ante Alemania, marcó su sexto gol del torneo con el que se consagró campeón goleador y mejor jugador del torneo, culminando así una actuación memorable, siendo la pieza clave para el tercer campeonato mundial de la Azzurra. 

Rossi incluso escribió un libro denominado «1982. Il mio mitico Mondiale» (1982. «Mi Mundial mítico»), el cual, como el mismo título lo dice, habla de la magia, de toda la inspiración y de las circunstancias casi surrealistas que se fueron generando todas a favor del jugador y de la selección italiana en aquella Copa del Mundo.